No hay duda de que el sentido del olfato nos es de gran ayuda a lo largo de nuestra vida. Y es que, entre otras cosas, los olores son capaces de hacernos revivir emociones y sentimientos pasados o de alertarnos de un peligro inminente.
¿Cuál es la relación entre el olfato y las emociones?
Uno de los principales motivos de que el olfato esté tan estrechamente ligado a nuestros sentimientos y recuerdos es que los olores se procesan en la zona del cerebro encargada de integrar todas nuestras reacciones emocionales, especialmente en la parte de la amígdala.
Hay varios aromas como el del café, el del pan recién hecho, el de los bebes o el de la tierra mojada que son capaces de despertar en nosotros sentimientos placenteros e incluso de relajarnos o de mejorar nuestro estado de ánimo.
Y ni siquiera es necesario que estos olores tan agradables estén asociados a un hecho en concreto, ya que son muchos los estudios que indican que los olores están más relacionados con las emociones que suscitan que a los recuerdos en sí.
No en vano el olfato está considerado como uno de los sentidos más potentes a la hora de hablar de experiencias extrasensoriales.
Basta también con echarle un vistazo a los porcentajes para comprobar lo importante que es: por norma general, recordamos un 5% de lo que vemos, un 2% de lo que escuchamos, un 1% de lo que tocamos y un 35 % de lo que olemos.
Formas en la que se relacionan el olfato y las emociones
Desde el momento en el que nacemos estamos expuestos a infinidad de aromas, empezando por el de principio de principios: cuando todavía estamos en el útero.
Está comprobado que antes de nacer los bebés son capaces de percibir olores que después pueden hacer que reaccionen de una manera en concreto.
Asimismo, un olor puede hacernos evocar momentos de nuestra vida cuando asociamos ese aroma con él. Esto es conocido como “Memoria olfativa”. Aunque es un proceso bastante complejo, es posible resumirlo de la siguiente manera para comprendelo mejor:
- En el interior de las fosas nasales hay unos receptores llamados epitelios olfativos que tienen la capacidad de captar estímulos para después enviarlos al bulbo olfativo en forma de señal eléctrica.
- Una vez que el bulbo olfatorio ha recibido esta información, pasa a distribuirla a otras partes del cuerpo, especialmente al sistema límbico (el encargado de regular las emociones).
- Después, la amígdala conecta aromas y emociones.
- El proceso culmina en el hipocampo, que cumple su función de relacionar este olor con alguno de los recuerdos que hay en nuestra memoria.
La verdad es que el olfato y las emociones están estrechamente ligados. Y no solo eso, este sentido incluso es capaz de protegernos de peligros (por ejemplo, del fuego o de un escape de gas) y hasta de generar en nuestro cerebro diversas respuestas positivas y negativas como relajación o rechazo.
Indudablemente, es de gran importancia en nuestra vida y uno de los mayores generadores de emociones y recuerdos.
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