Nunca es tarde para tener una infancia feliz.
Milton Erikson
Desde el principio, desde que nacemos el niño nace con la primera proyección del amor o familia ideal.
Este arquetipo, que todos tenemos en nuestro interior cuando nacemos, nos obliga a hacer cualquier cosa para “pertenecer”, para formar parte de nuestro clan. Si no lo hacemos, nuestro inconsciente nos amenaza con el exilio y la destrucción de nuestra vida misma, desde la amenaza de la no-existencia y el no-reconocimiento.
Las principales características diferenciales en las familias “sanas” no es que sean “perfectas”, ya que la perfección no existe, sino que, en éstas no hay dinámicas de manipulación, y los miembros se sienten protegidos, reciben el amor necesario y se fomenta el sentirse libres de explorar el mundo que les rodea, sabiendo que tendrán un apoyo en el momento en el que les suceda algo.
En cambio, en las familias “tóxicas”, pasa todo lo contrario. Sus miembros sentirán que no son lo suficientemente buenos para ser queridos, creerán que si se equivocan en algo será un fracaso y, por lo tanto, mostrarán una gran inestabilidad emocional, inseguridades, y desarrollarán una baja autoestima. Estas consecuencias se verán especialmente reflejadas en la vida adulta, en las relaciones que construyan y en su manera de desenvolverse en la sociedad.
Familias tóxicas:
- Familias que no son capaces de respetar el espacio vital de sus miembros, acabarán convirtiendo dinámicas afectivas libres en dinámicas afectivas coercitivas.
- Debemos estar “presentes” lo cual no significa unidos. Uno acaba siendo víctima de la necesidad de aprobación y reconocimiento.
- Se limita la individualidad se acaban asumiendo responsabilidades y cargas que no corresponden y sienten culpa si no lo hacen.
- Los miembros toman actitudes extremas de sobreprotección o de agresión, lo cual incapacita para el desarrollo afectivo-social saludable.
- No se tienen en cuenta las necesidades del otro, solo las propias, y manipulan con tal de conseguir lo que quieren. Anteponen sus necesidades y juegan con la culpa y la victimización para que sus hijos hagan lo que les demandan, lo que teminará convirtiéndolos en adultos vulnerables y personas muy necesitadas e inseguras.
Familias sobreprotectoras o familias ausentes:
- La sobreprotección es lo opuesto a la autonomía y genera debilidad y dependencia emocional. Los padres al sobreproteger, propiciarán que sus hijos sean súper dependientes, afectando a su confianza. Con esto conseguirán que para hacer cualquier cosa necesiten constantemente el apoyo y la aprobación de los demás, ya que convierten en dependientes a los sobreprotegidos y mantienen controlada su vida en todos los aspectos. Esto es, en cierto modo, un sinónimo de manipulación ya que genera un sentimiento de inutilidad y baja autoestima.
- Lo opuesto está en la ausencia o desidia total hacia la crianza, o, el contacto emocional dentro de la familia. Esto es casi lo mismo que hablar de abandono, una de las grandes heridas de la infancia.
- El sonido del silencio: la incomunicación verbal no implica la no comunicación: el silencio comunica. Lo que trasmite el silencio es tensión y peligro y al mismo convive esquizofrénicamente con el mensaje de que no pasa nada. No hay un espacio de comunicación seguro, siempre se omite lo que verdaderamente importa.
Familias con falta de flexibilidad y limites difusos:
- La falta de flexibilidad provoca la imposibilidad del desarrollo de sus miembros y las propiciación de muchos elementosde la personalidad en la sombra.
- Los roles están establecidos por medio de reglas no escritas, por lo que todo lo que haga peligrar el confort familiar, provocará actitudes extremas y dramáticas.
- Las interacciones dentro de la familia son rígidas. Abunda la autoridad y la exigencia hay mucho control y poca reflexión. Cuando un elemento del sistema quiere moverse, los demás van a ejercer una fuerza en sentido contrario. Aparece el miembro “síntoma“, la oveja negra que va a sufrir una presión lesiva que tarde o temprano estallará en drama.
- También podemos encontrarnos con ausencia de límites, lo que produce la inadecuada regulación emocional de los miembros y el abuso de hijos a padres y de padres a hijos. De nuevo encontramos la tendencia al drama.
Tomar conciencia de todo esto es la clave para salvar a salvar individualidad nuestra vida y la de todas las personas que nos relacionemos. Es la piedra angular de nuestra individualización y autoconciencia.
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